Tuesday, February 3, 2009

Una pequeña gran reflexión...

El mayor obstáculo para resolver problemas en nuestras vidas es que los enfrentamos como si fueran algo ajeno a nosotros. La verdad es que cada problema es una manifestación exterior de nuestro estado de conciencia. Cuando nuestra conciencia es clara y está en paz, el problema desaparece.

ARNOLD PATENTE

Monday, February 2, 2009

La adicción a la energía del amor romántico

Aquí una pequeña explicación de una parte de la 8va Revelación extraida del libro: Guía vivencial...

Hasta este punto de la novela, nuestro personaje fue aumentando en forma constante su capacidad para evolucionar. Sin embargo, como todavía no estabilizó su canal de comunicación con la energía universal, sigue siendo vulnerable a tratar de obtener energía del sexo opuesto, en su caso, Marjorie. En la novela, siente esa energía expandida como: "Una oleada de pasión llenó mi cuerpo". "Me sentía distinto, energetizado cuando ella estaba cerca". "Mi cuerpo latía". "No podía creer la cantidad de energía que sentía en su presencia cuando me tocaba". ¡Piense en la última vez que tuvo esa sensación!

La Octava Revelación nos recuerda que podemos postergar nuestra evolución si nos convertimos en adictos a obtener energía de otra persona antes que de nuestra conexión divina interior. Por ejemplo: en el estado exaltado de "enamorarnos" nos sentimos energetizados y expandidos. De repente, todo parece especial. Los colores son más brillantes. Nos sentimos más inteligentes y atractivos. La vida tiene una nueva promesa.

Como queremos más de esta energía vigorizante, decidimos que debemos tener a esa persona mágica en nuestra vida para conservar la conexión con esa sensación. Cuando limitamos nuestro flujo de energía a esta persona, nos desconectamos de nuestra fuente universal y esperamos que esa persona satisfaga todo. Estas expectativas tarde o temprano agotan a las dos personas y se reanuda la vieja competencia por la energía. Como bebés hambrientos, querernos satisfacer nuestras necesidades.

Nos concentramos en la otra persona como fuente de nuestro problema y usamos nuestros dramas de control para intimidar, interrogar, ser distantes o gritar Pobre de Mí. Juzgando y culpando, sentimos que tal vez elegimos a la persona equivocada. Si al menos hubiéramos elegido una pareja mejor —alguien que notara y satisficiera inmediatamente cada una de nuestras necesidades— no tendríamos este problema.